Boadilla del Monte: La Ciudad con Historia en la que Querrás Vivir
El vocablo Boadilla deriva de Bobadilla, diminutivo de Bobada, «lugar de pasto o paso de bueyes» (del latín bos bovis, buey). Durante la Edad Media fue un nombre de uso tan común, que aún hoy en día numerosos lugares y municipios de la geografía española lo conservan: Boadilla de Salamanca, de Rioseco, del Camino, del Monte, etc. Bobadilla de la Rioja, del Campo, de Alcaudete, de Antequera, de Granada, de Logroño, etc.
Evidentemente con un nombre tan genérico, se necesita otro vocablo mediante el cual poder diferenciar unos lugares geográficos de otros y por razones más que evidentes, nuestro municipio adquirió la terminación del Monte.
Las primera referencias históricas sobre Boadilla del Monte se encuentran en los diplomas del 28 de julio y del 12 de diciembre de 1208, mediante los cuales Alfonso VIII trazaba la divisoria entre las comunidades de Segovia y Madrid.
En estos primeros documentos se utilizan las palabras Bobadiella y Bobadella, en otros posteriores se utilizan Bobadilla y Bovadilla y ya en la edad moderna nuestro municipio pasa a denominarse Boadilla del Monte.
Época Romana
Según modernas interpretaciones de los itinerario Antoninos, por las proximidades de Boadilla del Monte podían haber pasado varias calzadas romanas.
Una de ellas, el itinerario Antonino 29, que según J.J.Guijarro, debío de coincidir en parte de su trazado con el de la autovía de los pantanos.
Venía desde Extremadura por las tierras abulenses, por Santa María del Tiétar, Chapinería, por el Sur de Quijorna, Brunete (por el Caserío de Milla) y pasaba por Boadilla del Monte camino de la aún no localizada ciudad de Titulciam (quizás Mostoles).
Otra de ellas, el itinerario Antonino 24, iba desde Segovia a Toledo, pasaba la sierra a través del Puerto de la Fuenfría, continuaba por Cercedilla, Collado Mediano, Galapagar y descendía por la margen izquierda del Guadarrama hasta el actual termino de Boadilla del monte desde donde continuaba camino hasta la aún no localizada ciudad de Titulciam (quizás Mostoles).
Estos caminos se siguieron utilizando hasta bien entrado el siglo XVIII.
Veamos el itinerario que siguió Hernando Colón en uno de sus viajes (entre 1515 y 1520) desde el Sotos Albos (cerca de Segovia) a Ocaña: «ay XXVII leguas y vase por son sotos e por junto con pellegeros e por santyllan (venta de Santillana) e por la venta de don gotierra (Venta de la Fuenfría) e por galapagar e por el pardillo (Villanueva del pardillo) e por la veguilla (locadidad que estaba junto a Boadilla, ubicada donde ahora está el vivero ‘la veguilla») e por mostoles e por torrejon de velasco e por desquivias e por la barca de alhondiga (ya en el Tajo)«.
En otro viaje entre Navacerrada y Toledo utiliza este itinerario: «ay veinte le. e van por collado mediano media le. e por el alpedrete media le. e por galapagar dos le. e por pardillo dos le. e por la veguilla (junto a Boadilla) dos le. e por mostoles e por humanes e por çedillo e por cabañas.».
Es decir que en los dos casos dejo la ruta del Guadarrama en el actual termino de Boadilla del Monte y desde ahí siguió un camino paralelo a la supuesta calzada romana, pero situado unos cuantos kilómetros más al sur.
Itinerarios muy parecidos, cruzando el Guadarrama en el Termino municipal de Boadilla del Monte y prosiguiendo hacia Mostoles, lo podemos encontrar en otros viajeros de la época (Villuga en 1546), etc.
Época Visigótica
Al suroeste del termino municipal Boadilla, se ubica un monte llamado San Babilés, donde existía una ermita dedicada a este santo de Antioquía (También conocido como San Babilas o San Babil), conocido en Occidente en el siglo VI, rindiéndosele culto en Guadix (Granada) en el siglo VII y apareciendo su nombre en los calendarios mozárabes.
En el antifonario de León y en los Códices de Silos y Cerdeña. Su culto se debió generalizar en el siglo VIII.
Todo ello hace pensar que este paraje debía estar poblado durante las épocas hispano-romana y visigoda. Es bastante probable que, como era costumbre en la época, la ermita tuviera a su alrededor las tumbas de los vecinos de la localidad.
A principios de 1997, La Consejería de Cultura realizó una peritación en el monte de San Babiles, como paso previo y obligatorio a la construcción de la M-50.
Encontrando diversos vasos, cuencos, cerámica y monedas de la época visigótica y moderna (siglos XVI al XIX). Los expertos de cultura están convencidos de que en la zona se haya un cementerio de la época visigoda, que algunos asocian con la ermita de San Babilés.
Dominación Árabe
Después de la reconquista de Alfonso VI (1085), las tierras al oeste de la cuenca del Guadarrama, incluida la misma, pasaron a formar parte del alfoz segoviano (sexmo de Casarrubios) iniciándose una disputa territorial por las mismas con el alfoz madrileño.
Boadilla pasó a formar parte del alfoz Madrileño en 1208 cuando el rey Alfonso VIII encomendó en Burgos al alcalde de Minaya la división territorial entre los términos de Segovia y Madrid, no obstante la disputa no cesó y Fernando III ordena que las tierras en litigio se dediquen a pastos comunales, de modo que ni pierdan ni ganen los unos y los otros.
Pero a la muerte del monarca madrileños y segovianos vuelven a las andadas, a las disputas, a la quema de campos ajenos, conflicto que no se resuelve hasta bien entrado el siglo XV.
En 1480 Isabel la Católica concede a Andrés Cabrera y su mujer Beatriz de Bobadilla, como premio por la ayuda prestada en la guerra de sucesión a Enrique IV, el señorío de Chinchón, entregándoles casi todas las tierras del alfoz segoviano al este del Guadarrama, incluyendo la aldea de Villaviciosa de Odón y parte de la actual Boadilla del Monte.
En 1520, durante la revuelta de los Comuneros, son arrasadas las propiedades de los Cabrera (Villaviciosa, Móstoles, Batres, etc.) por el apoyo decidido de Fernando Cabrera a la causa del Emperador Carlos I.
Adea Real, Señorío y Mayorazgo (1576-1761)
A principios del siglo XVI la localidad era ya conocida por el nombre de Boadilla del Monte y formaba parte del alfoz madrileño. En 1576 contaba con unos 70 vecinos (entre 200 y 300 habitantes), pasando a ser aldea de Madrid y señorío de realengo (dependiente del Rey en su organización política).
En 1625, Felipe IV, ordenó que se procediera a la venta de las poblaciones de 20.000 de sus vasallos, como consecuencia del mal estado de la Hacienda a su llegada al trono. De la operación se encargaron los banqueros italianos Octavio Centurión, Carlos Strata y Vicencio Squarzafigo.
Las tierras de realengo en venta, entre las que se encontraba Boadilla del Monte, se vendían «con su jurisdicción alta y baja, mero y mixto imperio, señorío, vasallaje, bienes mostrencos, penas de Cámara y Justicia», es decir con el conjunto de derechos señoriales.
El señor tenía derecho a hacer justicia y a percibir multas, a heredar los bienes no heredados por falta de sucesores y a recibir tributos de sus vasallos. Pero la justicia señorial se enfrentaba con los funcionarios reales, y los tributos, que desde el siglo XVI no representaban una pesada carga para los campesinos, no suponían ingresos regulares muy sustanciosos para el señor.
Con frecuencia, el rey cedía también la percepción de las alcabalas, que reportaban ingresos superiores.
El Marqués de Belmonte, había pretendido comprar las villas de Boadilla del Monte, Alcorcón y Carabanchel de Arriba, pero el rey solo le permitió la compra de Boadilla. El señorío que en 1576 contaba con 70 vecinos y producía 12.000 fanegas de trigo, ganado y vino, no tenía más que 45 vecinos en 1627.
El marques compró Boadilla por 2.493.048 maravedís, compró también la exención perpetua de la jurisdicción de los alcaldes de Casa y Corte en 1630 y diez años más tarde continuó ampliando el señorío con nuevas compras de diversos bienes. En 1643, se produce la visita del infante Baltasar Carlos a la ermita de San Babilés, patrón de los niños enfermos, pues a sus 14 años se hallaba aquejado de gran debilidad y grandes fiebres. Su muerte se produjo dos años después, tras la cual, se supo que la causa de las fiebres fueron las relaciones que mantuvo el infante con cierta meretriz, agravadas por las sangrías que le aplicaron los médicos. Pedro de Aragón, ayo del infante y conocedor de sus correrías, fue desterrado por no haber rebelado a los médicos la causa de su mal. |
Tras la muerte del Marques de Belmonte en 1649, su hijo Jaime Manuel de Cárdenes (marques de Belmonte, duque de Maqueda y Nájera), se vio obligado a vender el señorío de Boadilla (para pagar sus deudas), a José González de Uzqueta, gobernador del Concejo de Castilla.
La venta se produjo el 20 de diciembre de 1652 por la cantidad de 73.324 reales de plata (o sea 109.986 reales de vellón o 3.739.524 maravedís).
Felipe IV, en agradecimiento a los servicios prestados por José González, prohibió terminantemente cazar en el territorio del señorío, lo que suponía un atentado contra los derechos de los campesinos de Boadilla del Monte. Al igual que sus predecesores, José González, continuó extendiendo el señorío: compró nuevas tierras y las alcabalas.
En su testamento, en 1667, funda un mayorazgo con todos sus bienes, en especial los de Boadilla del Monte.
Las crónicas de la época muestran hasta que punto José González, «la eminencia gris» de Olivares, fue detestado por sus contemporáneos.
Además de su inmensa fortuna y de su influencia en el gobierno, el origen modesto de José González contribuyó poderosamente a hacer odioso a este personaje.
A José González le sucedió su hijo Juan González de Uzqueta-Caballero, también consejero de Felipe IV y uno de los más ricos magistrados. Muere el 21 de enero de 1670 dejando expreso deseo de ser enterrado en Boadilla del Monte.
El 21 de septiembre de 1670, Doña María de Vera y Barco, viuda de Juan González, siguiendo el deseo de su marido, mandó levantar un convento de carmelitas descalzas en el señorío de Boadilla del Monte. Se comprometía a construir el alojamiento para 21 religiosas y la iglesia.
Dotaba a la fundación con 4.200 ducados de renta en juros de «buena finca y situación», sin contar otros 400 ducados para el capellán principal, confesor, de las monjas, 200 más para el segundo capellán y 100 para el sacristán. Los capellanes debían decir cada uno una misa diaria, y otra semanal, por el eterno descanso del alma de los fundadores. Doña María de Vera se reservaba el derecho de presentar sin dote a dos de las ventiuna religiosas, y de entrar en la clausura una vez al mes, después de haber perdido permiso al obispo. |
María de Vera explicaba en 1692 que el mayorazgo no reportaba ya casi nada, porque estaba compuesto esencialmente por juros (pensiones sobre las rentas públicas), cuyas cotizaciones fueron cayendo desde los inicios del reinado de Felipe IV. No obstante, el inventario de los bienes libres del mayorazgo, al hacerse cargo del mismo Doña María de Vera, era el siguiente:
Tras la muerte sin descendencia de María de Vera en 1692, el mayorazgo pasó a una sobrina segunda del fundador, Isabel María Queipo de Llano, hija del conde de Toreno y futura esposa en segundas nupcias de Luis Felix de Mirabal.
En 1700, durante la guerra de Sucesión, las tropas del archiduque Carlos arrasan la zona.
Mirabal que fue nombrado consejero de Castilla en 1707 y gracias a su labor como embajador en Holanda (Utrech) fue ascendido por Felipe V a presidente del Concejo de Castilla, después fue nombrado Marques de Mirabal y finalmente Jefe del Gabinete de Luis I.
Fue la máxima autoridad en España tras la del propio Rey y con un claro enfrentamiento con el abdicado Felipe V.
En septiembre de 1724, tras la muerte de Luis I, Felipe V vuelve a reinar y penaliza a Mirabal por sus acciones durante el reinado anterior, le destituye de la Presidencia de Castilla y fuerza su retiro a la vida privada.
En 1729, la casa de Luis de Mirabal en Boadilla del Monte se encontraba en un estado lamentable y ante las dificultades para encontrar dinero líquido que le permitiera efectuar reparaciones en ella (los mayorazgos eran inalienables).
Se vio forzado a pedir al rey autorización para constituir un censo de 4.000 ducados sobre los bienes del mayorazgo y para vender el cargo de regidor de Toro que formaba parte del mismo y que valía 12.000 reales.
Se llegó no sólo a hipotecar el mayorazgo, sino incluso a vender parte de él.
Luis de Mirabal muere en 1729, su esposa en 1755 y su hija Josefa Micaela, III marquesa de Mirabal y esposa de Tello Dávila, se vio obligada, ante la imposibilidad de hacer frente a la hipoteca establecida por su padre, a vender el mayorazgo al infante Luis Antonio de Borbón, hermano de Carlos III.
La venta se produjo el 20 de febrero de 1761 por la suma de 1.225.027 reales (es decir 4.165.093 maravedís).
Es difícil valorar el aumento real del precio de la villa de Boadilla del Monte entre 1627 y 1760 porque cada propietario fue aumentando sus derechos y superficie.
La historia del señorío muestra la importancia de las mercedes reales que fomentaba a menudo la «reacción señorial», el enriquecimiento de algunos letrados (José González, Luis Mirabal, etc.)
Por su éxito administrativo y el endeudamiento de la alta nobleza.
Los hijos del infante don Luis (s.XIX)
Después de muchas penurias, María Teresa de Borbón hija del Infante don Luis es obligada a casarse con Manuel Godoy duque Sueca y hereda el palacio y los titulo de condesa de Chinchón y marquesa de Boadilla. Tras el motín de Aranjuez abandona a Godoy y participa junto a sus hermanos en las revueltas liberales.
Luis María de Borbón, hijo del infante y cardenal de Toledo, fue nombrado regente en 1809, aprobó la constitución de 1812 y pretendió que el rey Fernando VII la jurara en 1814.
María Luisa de Borbón (hija menor del infante) se casa con Joaquín Melgarejo, nombrado duque de San Fernando por su apoyo a Fernando VII durante los acontecimientos de 1808, el a su vez regala a Fernando VII la fuente de las conchas del palacio de Boadilla (hoy en el palacio Real de Madrid).
El duque fue nombrado secretario de estado durante la regencia de su cuñado en 1809.
El cardenal muere confinado en Toledo y las hermanas exiliadas en Francia. Los restos mortales de los duques de San Fernando y de la condesa de Chinchón descansan ahora en la capilla del palacio de Boadilla.
Carlota (1800-1886) hija de María Teresa y de Godoy, tras su exilio en Roma junto a Carlos IV (del que es su ahijada), recobra la propiedad de palacio y se casa, con el príncipe italiano Camilo Rúspoli, sus descendientes continúan siendo los propietarios del palacio.
El siglo XX
Tras la Guerra civil de 1936, en la que Boadilla sufre importantes daños, se reconstruye el pueblo en el mismo emplazamiento.
El Palacio del Infante don Luis (monumento nacional desde 1974), acogerá en el futuro la sede del Instituto Europeo de Medio Ambiente.
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